Si la teoría económica ortodoxa parte del
supuesto de que los individuos se enfrentan a la decisión de elegir entre el
ocio y el consumo que obtendrán mediante un trabajo, y que no existe más que
desempleo friccional por cuestiones inherentes sólo a los trabajadores, como
consecuencia nos encontramos ante una situación mundial en donde existen 200
millones de desempleados y ocioso, como queramos verlo.
Dentro del informe del Fondo Monetario
Internacional “Empleos y crecimiento: consideraciones analíticas y operativas
para el fondo” este organismo menciona que es prioridad la creación de empleos
a nivel mundial, el problema es que es el mismo FMI el que ha impuesto desde
hace más de tres décadas medidas que fomentan el desempleo masivo a cambio de
“rescatar” a las naciones endeudadas.
En tiempos de la globalización y dado que
esta es nuestra realidad debemos estar conscientes que los mercados laborales
ahora son muy competitivos no sólo al interior de los países, ya que en este
tipo de economía, la de libre mercado mundial, la suma de esas individualidades
compite con la suma de otras entre países, creando un menú de salarios
competitivos para que las grandes trasnacionales puedan reducir costos y así
tomar las decisiones de dónde reubicar sus plantas.
Entonces nos encontramos frente a una
situación donde el desempleo es la regla y no la excepción, pareciera que vivimos
en un horror económico como diría Viviane Forrester.
Horror al ver que los programas de ayuda
del Fondo Monetario Internacional acentúan y agravan la situación en países
como España, Grecia, Portugal, Chipre y los que se acumulen en estos días. Si
observamos las tasas de desempleo en varios países de Europa y más aún si nos
enfocamos en el emblemático caso español, el cual ha llegado a una tasa del 26
% de desocupación dentro de su población económicamente activa no se ve para cuando la medicina del FMI surta
efectos.
Es por esto y por la nueva configuración de
la división internacional del trabajo, que no es otra cosa que establecer las
fábricas y corporativos en donde más convenga, que las personas deben de
comenzar a pensar mas como individuos y no como sociedad.
Comúnmente se nos dice que somos parte de
la sociedad del conocimiento, pero esto no quiere decir que todos seamos
miembros de una sociedad sumamente informada y preparada, sino que el día de
hoy el insumo variable es el conocimiento. En otras palabras, el conocimiento es
la base de esta nueva economía la cual está sustentada en la competencia y la
forma de sobresalir dentro de esta es la utilización de la información como una
herramienta, que nos permita especializarnos en algo específico para obtener un
lugar dentro del mercado.
Es por esto, que las antiguas formas de
organización laboral como los sindicatos no tienen cabida, ya que no se trata
de promover el empleo sino de reducir costos al máximo, no se trata de salir
todos unidos adelante, al contrario se trata de sobresalir dentro del conjunto
de personas que buscan un empleo. Esto no es del todo negativa si nos vamos a
las páginas de la teoría económica que nos dice que todos los demás piensan de
la misma manera gracias a nuestra racionalidad, por lo que esta sana
competencia es el incentivo que detona en la productividad, el empleo y con
esto un mayor nivel de bienestar.
Valdría la pena como economistas y sociedad
preguntarnos cuál sería la salida más viable para este alarmante desempleo,
decidir si lo seguimos viendo como algo que en el corto plazo se solucionará
una vez que los mercados se estabilicen y se sanen las finanzas de los
gobiernos, o sí mejor observamos estos niveles de desempleo como una característica
estructural de la economía global y buscamos alternativas que por lo menos
aminoren el costo social que implica el uso de nuevas tecnologías que elevan la
productividad, pero que al mismo tiempo requieren de menos capital humano.
Si los gobiernos ya no pueden proveer a sus
gobernados de seguridad social apelando a las finanzas sanas y presupuestos no
deficitarios, si no existe certidumbre en los mercados financieros globales, si existe 40% de desempleo internacional y cada día se pierdan mas derechos sociales; podríamos
encontrarnos ante una situación donde prevalece la preocupación por premiar al
sector financiero y castigar al mercado laboral.
Siempre hay que volver a lo más sencillo,
si no hay consumo el ciclo económico se detiene, por más que se incentiven y
aseguren las inversiones como en crisis anteriores estas sólo presentan mejores
niveles cuando el clima económico sale del frio invierno y la mayoría de las
veces se logra mediante la instrumentación de medidas no ortodoxas o que están
en contra del mainstream.
No se trata de regresar al keynesianismo
pero nunca está demás echar una ojeada a episodios similares en nuestra línea
del tiempo y preguntarnos si está bien a costa de no admitir que nos
equivocamos continuar con las políticas de desregulación y libre cambistas que
expulsan miles de personas al día a la informalidad y desempleo.
Finalmente mientras llega el momento de ver
la luz al final del túnel “especialicémonos” y tratemos de sacar el mayor
provecho de la mercancía escasa, el conocimiento.
@betortuitter
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