domingo, marzo 24

La disputa por la educación




Impulsar la modernización del país, ha implicado entre otras cosas, el plantearse la meta de reformar el proceso formativo de educción en el país. Tarea tanto de proporciones mayúsculas, como de dificultades considerables.

En México, el ciclo histórico que ha llevado el proceso educativo ha atravesado grandes batallas, desde la época de la reforma, hasta las intenciones más modernizadoras de época reciente. Los éxitos más resonantes de la educación mexicana se ciñen a los años de 1920 y 1940; donde tanto la organización, como el funcionamiento de la misma, fue modificada por la emancipación de los criterios corporativos y eclesiásticos.

La gestión de la educación por parte del gobierno residió en mantener una política de plena apertura y alfabetización para la población en general, por tanto; la atención de los gobiernos se centro en ampliar la oferta educativa, incrementando con ello la matricula escolar de tres millones en 1950 a 30 millones en el año 2000.  La masificación que se dio como resultado de estas políticas, atrajo otros problemas educativos relacionados a cuestiones pedagógicas y formativas, que conducen inexorablemente a la crisis de educación actual.

El cambio cultural también ha conducido a otro problema, el acelerado surgimiento de las nuevas tecnologías de información y comunicación, la transición hacia democracias liberales en todo el mundo, la persistencia de la aguda desigualdad social, y de las manchas urbanas de la pobreza, así como los movimientos migratorios y el incremento del narcotráfico, pregonan desde hace tiempo la urgencia de una reforma educativa, que vincule la formación académica con los nuevos fenómenos a explicar.

En virtud de este contexto, los pasados tres gobiernos, junto la administración actual, han empuñado la bandera a favor del movimiento por “la calidad en educación”. Los grupos responsables:  el Gobierno, los sectores magisteriales, investigadores universitarios, y algunos otros entes políticos.

El primer intento de reforma por parte de estos gobiernos fue en 1992, con el nombre de “Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica”. Con dicho acuerdo el gobierno federal se proponía modificar la organización y el funcionamiento escolar mediante: 1) el gobierno se atribuía la responsabilidad de operar todas las escuelas de los estados; 2) se crearían sistemas de consejos sociales  con la función de ejercer control y supervisión de las escuelas; 3)movilidad por escalafón de gratificación a los docentes de acuerdo a su desempeño en el aula y; 4) renovación de planes y programas de estudio y libros de texto.

El acuerdo se topo con el muro del SNTE, que con la ley secundaria a la Ley General de Educación, despojo de todo poder a los consejos sociales y los convirtió en puros espíritus metafísicos de la educación. La promoción magisterial se convirtió también en un sistema credencialista de movilidad de trabajo, que nunca impactó en los resultados de aprendizaje. Y la transferencia de los servicios educativos tropezó con dificultades normativas, financieras y, de aplicación; lo que obligo a algunos estados a solicitar la devolución de los servicios educativos a la Federación.

Con el triunfo del PAN en la presidencia en el año 2000, la correlación de fuerzas se favoreció todavía más hacia el sindicato. El vínculo personal del presidente Vicente Fox, con la líder sindical, se tradujo en una serie de ventajas gremiales y de brío político en pro de Elba Esther Gordillo (la maestra), lo que a su vez, en la balanza de poder, debilito la autoridad de la SEP en materia educativa. Sin embargo; durante la gestión del presidente Fox, se realizo el primer examen internacional PISA (año 2000), y al hacerse públicos los resultados para el país, se sacudió la opinión pública. “En todos los casos México obtuvo el último lugar de los países miembros de la OCDE” apuntó la prueba.

Los exámenes entrantes de 2003, 2006 y 2009 mantuvieron al país dentro de su posición rezagada. Con dichos datos, el debate por “la calidad en educación” dejo de ser una querella poética, que acompañaba a algunos sectores específicos, y se convirtió en un debate público nacional. El gobernó de Fox, lanzó en este sentido una serie de iniciativas que permitiese mantener el equilibrio personal de poder con el magisterio y la administración (Fox-Gordillo), pero que comenzase a atacar el problema educativo. Entre ellas destacó: el programa de escuelas de calidad, el programa de enciclomedia, las bibliotecas de aula, el Instituto Nacional de Evaluación de Educación, y la prueba Enlace. Al mismo tiempo se realizaron reformas a nivel preescolar (2002) y secundaria (2006). No obstante; el emplazamiento de las cúpulas sindicales sufrió diversos traspiés. Las grandes transferencias (en ocasiones directas), que realizaba la SEP hacia el SNTE por medio de asignaciones en el presupuesto, permitió a la líder magisterial promover la creación  de un “partido de los maestros” que logró en 2006 el registro ante el IFE (PANAL), y los ejercicios educativos del gobierno, fueron más una propaganda publicitaria que una solución certera al problema.

A la llegada del presidente Calderón, la efervescencia social a favor de la calidad educativa alcanzaba ya niveles álgidos. Pero ingenuamente, y dado el conflicto electoral de las elecciones de 2006, la administración otorgó mayores concesiones a Elba Esther Gordillo. La subsecretaría de educación Básica le fue entregado al yerno de la maestra, y la dirigencia sindical impulsó a la SEP (perteneciente en esos momentos a Josefina Vázquez Mota),  un programa educativo particular: la “Alianza por la Calidad de la Educación”.

Con dicho Banquete, la educación Básica pasó a ser dirigida por comisiones paritarias SEP-SNTE, condición que vulneraba el artículo tercero de la Constitución, que marcaba la rectoría educativa como facultad exclusiva del Estado. Pero que legitimaba la amistad del presidente en busca del prestigio electoral perdido el primero de julio.
Con estos antecedentes, la reforma educativa propagada por el gobierno de Enrique Peña Nieto buscó recuperar para el Estado la rectoría de la educación.

La estrategia tiene dos vertientes para poder analizarse, una referida a la “alta política” (seguridad y guerra), y otra de “baja política” (economía, cultura y medio ambiente). En la alta política, Gordillo y Peña Nieto son jugadores enemigos sobre el poder político en educación. Por la baja política, al contrario, pueden ser aliados.

Desde Salinas a Calderón, el juego SNTE-Gobierno, se ha destinado a esquemas de baja política. Dado por preferencia dominante de los presidentes a mantener una estrategia Complaciente, respecto a la posición de la Maestra. (Véase Juego 1)[1].

En éste juego, los anteriores presidentes, fuese por un sentido electoral, político, o gubernamental, estaban dominados por los compromisos previos a la presidencia[2], lo que impedía la reacción del gobierno ante los movimientos de la lideresa, la cual tenía una preferencia por mantener actitudes moderadas.

De dicha forma, el equilibrio expuesto en (Complaciente, Complaciente) fue siempre de “baja política”. Estrategias dominantes que vuelven del fenómeno un juego de suma positiva, con resultados ganar-ganar, mientras la población este ofuscada en otros temas emergentes (empleo, salarios, inflación, pobreza etc.). El equilibrio, en cuestión,  a pesar de ser simultaneo, será como si fuese bajo actitudes cooperativas. En dicho sentido, los presidentes se mantuvieron frente al SNTE como enemigos por lo estratégico, pero amigos dentro de lo funcional. La maestra en cuestión, sólo tenía que hacer dentro de cada sexenio, una propagación de las relaciones iniciales de fuerza, con lo que aseguraba un equilibrio dinámico en dicha posición. 

  

Tomada de adnpolitico.com

Sin embargo, en la administración de Peña Nieto, y especialmente este primer año, se juega la reconfiguración de la distribución de poder para el país entero. En este sentido, el juego es de suma cero, lo que un ente logre adquirir será siempre a costa de la perdida de otro, no hay cabida para la cooperación, a menos que un rival externo cambie la presencia de poderes; pero que, en ausencia del mismo, el juego se torna como si fuese de “alta política”. (Véase Juego 2).

 En este nuevo Juego, ningún participante tiene estrategias fuertemente dominantes, ni estrictamente dominadas, dada la separación PANAL-PRI de las candidaturas de 2012. Bajo este contexto, existía un múltiple equilibrio de Nash, clásico, que no permitía ver la posible relación entre la maestra y el presidente.

Sin embargo; como la matriz de preferencia  muestra, existía una preferencia débilmente dominante por parte del Gobierno entre una política complaciente y una moderada. En esta premisa, la nueva administración podía mantenerse dentro del equilibrio repetido por otros jugadores precedentes, si hacia uso solamente de estrategias fuertemente dominantes (estrategias mejores ante cualquier situación); en cambio, si hacia uso de una preferencia débil,  al eliminar la estrategia complaciente (dominada débilmente por la estrategia moderada); entonces la estrategia agresiva por parte de la maestra (quien suponía no será necesario mostrar una ruptura frontal ante el gobierno) sería innecesaria. Las fuerzas, en estos terminos, cambiaban, y el juego se decantaba por un equilibrio debilmente-dominante con un gobierno agresivo, y un SNTE complaciente.  La pregunta obligada en cuestión es: ¿porqué existió este cambio de preferencia en el gobierno?

La respuesta esta en el bono democrático que las elecciones le proporcionaron a Peña Nieto. Los espaldarazos de los tribunales y autoridades electorales a los movimientos alternos de izquierda encabezados por Andrés Manuel López Obrador, así como el apoyo de los medios de comunicación, lideres de la opinión pública que se han encargado de promover una “luna de miel” para la administración en turno. Dicho corolario, permitió en su conjunto allanar el camino presidencial para las diversas Reformas Estructurales. En este sentido, la complacencia seguía siendo una correcta estrategia, pero débil, ante la posibilidad de marcar distancia con la jefa magisterial; es decir ser moderados  (como se vio dentro de la campaña); y una vez consolidado la administración, una conducta indiferente hacia la maestra (quien se mostró en todo este ámbito pasiva), termino por ser dominada por la posibilidad de llevar el juego a actitudes  de “alta política”.

Una duda es importante en todo esto ¿por qué la maestra no reaccionó con anterioridad al cambio de preferencias?. La respuesta como se puede entrever en las últimas entrevistas a la jefa sindical[3], es que para Elba Esther Gordillo, la naturaleza del juego era un equilibrio repetido. Un acuerdo que se traslapaba de sexenio en sexenio para mantener las fuerzas políticas en control, de acuerdo a su lectura del juego 2 (de información completa para ambos bandos),  aunque era consiente de la separación de lazos con el gobierno, observó que la presencia de una amenaza  por parte del magisterio, mantendría al gobierno en línea con los pasados juegos.

Mas al fallar su prestigio político, la credibilidad de su amenaza se vio mermada, con lo que la eliminación de su estrategia agresiva, permitía al gobierno prescindir de su estrategia complaciente (débilmente dominada).

En esto destacada que el juego es totalmente nuevo y finito para el presidente, aunque en ello puede estribar la debilidad de su juego. Al sindicado después de Elba, le quedan pocas opciones. Detener la reforma educativa sin su jefa es virtualmente imposible, si aquello no lo logró dentro de la acción federal, será más difícil hacerlo dentro del nivel local, cuyas principales fuerzas están dentro de los gobernadores y legisladores que apoyaron la reforma dentro de las Cámaras Federales.

La batalla de  amenazas, manifestaciones y paros serán frágiles para distorsionar el virtual equilibrio de poder trazado en los pinos. Sin embargo; aunque el juego de Gordillo haya concluido, el juego SNTE-Gobierno, se mantendrá, y un fuerte movimiento magisterial, aún es un virtual conflicto para el gobierno. Una huelga corta o larga para emplazar  la caída de la Gordillo, y encontrar autónomamente un nuevo líder (como la democracia lo exige), consumirá el bono democrático de Peña Nieto. Los indecisos por el conflicto comenzaran a criticar, y los gobernadores y legisladores elevaran su precio político, las marchas pueden hallar el eco de los expectantes y los medios pueden, por el morbo del evento, declinar la imagen del presidente en colateral efecto.

La astucia del gobierno en este sentido, es digna de estimar, y probablemente logre controlar las coaliciones a favor de un nuevo líder del agrado del presidente (un equilibrio repetido desde 1970). La mejor estrategia para el SNTE, es por ahora, replegarse y engendrar un líder de cambio, una especie de Gorbachov en la educación, que pueda liderar la transición antes de que el gobierno imponga a un nuevo líder. Y con ello reconstruir el respeto de el magisterio con los ciudadanos.

Pero, la educación después de Gordillo, en realidad, poco impacto tendrá en la formación activa de los estudiantes. La causa principal del fracaso en educación del país, no estaba en la maestra, sino en la  persistencia  de la pobreza, la segregación, la desigualdad, la corrupción pública y privada,  los fuertes monopolios, la simulación dentro de las aulas, el poco dinamismo del estudiantado.

La muerte política de la maestra es sólo la condición necesaria, inicial para la redistribución de poder en el nuevo gobierno. Pero no es ni remotamente una condición suficiente para salir del atolladero educativo. La disputa por la educación no ha terminado de empezar.



[1] Los pagos que refleja la matriz de interacciones son en correspondencia al beneficio que obtendría cada jugador de implementar dicha acción. En este sentido, los pagos son hipotéticos de la teoría de juegos, de unidades imaginativas, pero en correspondencia con la preferencia de cada ente.
[2] Quizá en el caso de Ernesto Zedillo, la estrategia pudo haber sido fuertemente dominada, y no fuertemente dominante. esto debido a la prioridad de su gobierno por recomponer la economía a sus niveles Macros, y no (como lo dejo ver su gestión), los temas de productividad relacionados al vinculo educativo. En dicho sentido el equilibrio SNTE-Gobierno se mantendría en estrategias complacientes, pero no por las mismas fuerzas observadas en las otras administraciones.
[3] Véase: http://www.youtube.com/watch?v=2iLefRpcfEo o  http://www.youtube.com/watch?v=Exx6KGwSMkY

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