Impulsar la modernización del país, ha implicado entre otras cosas, el plantearse
la meta de reformar el proceso formativo de educción en el país. Tarea tanto de
proporciones mayúsculas, como de dificultades considerables.
En México, el ciclo histórico que ha llevado el proceso educativo ha
atravesado grandes batallas, desde la época de la reforma, hasta las
intenciones más modernizadoras de época reciente. Los éxitos más resonantes de
la educación mexicana se ciñen a los años de 1920 y 1940; donde tanto la
organización, como el funcionamiento de la misma, fue modificada por la
emancipación de los criterios corporativos y eclesiásticos.
La gestión de la educación por parte del gobierno residió en mantener
una política de plena apertura y alfabetización para la población en general,
por tanto; la atención de los gobiernos se centro en ampliar la oferta
educativa, incrementando con ello la matricula escolar de tres millones en 1950
a 30 millones en el año 2000. La
masificación que se dio como resultado de estas políticas, atrajo otros
problemas educativos relacionados a cuestiones pedagógicas y formativas, que
conducen inexorablemente a la crisis de educación actual.
El cambio cultural también ha conducido a otro problema, el acelerado
surgimiento de las nuevas tecnologías de información y comunicación, la transición
hacia democracias liberales en todo el mundo, la persistencia de la aguda
desigualdad social, y de las manchas urbanas de la pobreza, así como los
movimientos migratorios y el incremento del narcotráfico, pregonan desde hace
tiempo la urgencia de una reforma educativa, que vincule la formación académica
con los nuevos fenómenos a explicar.
En virtud de este contexto, los pasados tres gobiernos, junto la
administración actual, han empuñado la bandera a favor del movimiento por “la
calidad en educación”. Los grupos responsables:
el Gobierno, los sectores magisteriales, investigadores universitarios,
y algunos otros entes políticos.
El primer intento de reforma por parte de estos gobiernos fue en 1992,
con el nombre de “Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica”.
Con dicho acuerdo el gobierno federal se proponía modificar la organización y
el funcionamiento escolar mediante: 1) el gobierno se atribuía la
responsabilidad de operar todas las escuelas de los estados; 2) se crearían
sistemas de consejos sociales con la
función de ejercer control y supervisión de las escuelas; 3)movilidad por
escalafón de gratificación a los docentes de acuerdo a su desempeño en el aula
y; 4) renovación de planes y programas de estudio y libros de texto.
El acuerdo se topo con el muro del SNTE, que con la ley secundaria a la
Ley General de Educación, despojo de todo poder a los consejos sociales y los
convirtió en puros espíritus metafísicos de la educación. La promoción magisterial
se convirtió también en un sistema credencialista de movilidad de trabajo, que
nunca impactó en los resultados de aprendizaje. Y la transferencia de los
servicios educativos tropezó con dificultades normativas, financieras y, de
aplicación; lo que obligo a algunos estados a solicitar la devolución de los
servicios educativos a la Federación.
Con el triunfo del PAN en la presidencia en el año 2000, la correlación
de fuerzas se favoreció todavía más hacia el sindicato. El vínculo personal del
presidente Vicente Fox, con la líder sindical, se tradujo en una serie de
ventajas gremiales y de brío político en pro de Elba Esther Gordillo (la
maestra), lo que a su vez, en la balanza de poder, debilito la autoridad de la
SEP en materia educativa. Sin embargo; durante la gestión del presidente Fox,
se realizo el primer examen internacional PISA (año 2000), y al hacerse
públicos los resultados para el país, se sacudió la opinión pública. “En todos
los casos México obtuvo el último lugar de los países miembros de la OCDE”
apuntó la prueba.
Los exámenes entrantes de 2003, 2006 y 2009 mantuvieron al país dentro
de su posición rezagada. Con dichos datos, el debate por “la calidad en
educación” dejo de ser una querella poética, que acompañaba a algunos sectores
específicos, y se convirtió en un debate público nacional. El gobernó de Fox,
lanzó en este sentido una serie de iniciativas que permitiese mantener el
equilibrio personal de poder con el magisterio y la administración
(Fox-Gordillo), pero que comenzase a atacar el problema educativo. Entre ellas
destacó: el programa de escuelas de calidad, el programa de enciclomedia, las
bibliotecas de aula, el Instituto Nacional de Evaluación de Educación, y la
prueba Enlace. Al mismo tiempo se realizaron reformas a nivel preescolar (2002)
y secundaria (2006). No obstante; el emplazamiento de las cúpulas sindicales
sufrió diversos traspiés. Las grandes transferencias (en ocasiones directas),
que realizaba la SEP hacia el SNTE por medio de asignaciones en el presupuesto,
permitió a la líder magisterial promover la creación de un “partido de los maestros” que logró en
2006 el registro ante el IFE (PANAL), y los ejercicios educativos del gobierno,
fueron más una propaganda publicitaria que una solución certera al problema.
A la llegada del presidente Calderón, la efervescencia social a favor de
la calidad educativa alcanzaba ya niveles álgidos. Pero ingenuamente, y dado el
conflicto electoral de las elecciones de 2006, la administración otorgó mayores
concesiones a Elba Esther Gordillo. La subsecretaría de educación Básica le fue
entregado al yerno de la maestra, y
la dirigencia sindical impulsó a la SEP (perteneciente en esos momentos a
Josefina Vázquez Mota), un programa
educativo particular: la “Alianza por la Calidad de la Educación”.
Con dicho Banquete, la educación Básica pasó a ser dirigida por
comisiones paritarias SEP-SNTE, condición que vulneraba el artículo tercero de
la Constitución, que marcaba la rectoría educativa como facultad exclusiva del
Estado. Pero que legitimaba la amistad del presidente en busca del prestigio
electoral perdido el primero de julio.
Con estos antecedentes, la reforma educativa propagada por el gobierno
de Enrique Peña Nieto buscó recuperar para el Estado la rectoría de la
educación.
La estrategia tiene dos vertientes para poder analizarse, una referida a
la “alta política” (seguridad y guerra), y otra de “baja política” (economía,
cultura y medio ambiente). En la alta política, Gordillo y Peña Nieto son
jugadores enemigos sobre el poder político en educación. Por la baja política,
al contrario, pueden ser aliados.
Desde Salinas a Calderón, el juego SNTE-Gobierno, se ha destinado a
esquemas de baja política. Dado por preferencia dominante de los presidentes a mantener una estrategia Complaciente, respecto a la posición de la Maestra.
(Véase Juego 1)[1].
En éste juego, los anteriores presidentes, fuese por un sentido
electoral, político, o gubernamental, estaban dominados por los compromisos
previos a la presidencia[2],
lo que impedía la reacción del gobierno ante los movimientos de la lideresa, la
cual tenía una preferencia por mantener actitudes moderadas.
De dicha forma, el equilibrio expuesto en (Complaciente, Complaciente) fue siempre de “baja política”. Estrategias
dominantes que vuelven del fenómeno un juego de suma positiva, con resultados ganar-ganar, mientras la
población este ofuscada en otros temas emergentes (empleo, salarios, inflación,
pobreza etc.). El equilibrio, en cuestión,
a pesar de ser simultaneo, será como si fuese bajo actitudes
cooperativas. En dicho sentido, los presidentes se mantuvieron frente al SNTE
como enemigos por lo estratégico, pero amigos dentro de lo funcional. La
maestra en cuestión, sólo tenía que hacer dentro de cada sexenio, una
propagación de las relaciones iniciales de fuerza, con lo que aseguraba un
equilibrio dinámico en dicha posición.
Tomada de adnpolitico.com
Sin embargo, en la administración de Peña Nieto, y especialmente este
primer año, se juega la reconfiguración de la distribución de poder para el país
entero. En este sentido, el juego es de suma cero, lo que un ente logre
adquirir será siempre a costa de la perdida de otro, no hay cabida para la
cooperación, a menos que un rival externo cambie la presencia de poderes; pero
que, en ausencia del mismo, el juego se torna como si fuese de “alta política”.
(Véase Juego 2).
En este nuevo Juego, ningún participante tiene estrategias fuertemente
dominantes, ni estrictamente dominadas, dada la separación PANAL-PRI de las
candidaturas de 2012. Bajo este contexto, existía un múltiple equilibrio de Nash, clásico, que no permitía ver la posible relación entre la maestra y el
presidente.
Sin embargo; como la matriz de preferencia muestra, existía una
preferencia débilmente dominante por
parte del Gobierno entre una política complaciente y una moderada. En esta premisa, la nueva administración podía mantenerse dentro del equilibrio
repetido por otros jugadores precedentes, si hacia uso solamente de estrategias fuertemente dominantes (estrategias mejores ante cualquier situación); en cambio, si hacia uso de una preferencia débil, al eliminar la estrategia complaciente (dominada débilmente por la estrategia moderada); entonces la estrategia agresiva por parte de la maestra (quien suponía no
será necesario mostrar una ruptura frontal ante el gobierno) sería innecesaria. Las fuerzas, en estos terminos, cambiaban, y el juego se decantaba por un equilibrio debilmente-dominante con un gobierno agresivo, y un SNTE
complaciente. La pregunta obligada en
cuestión es: ¿porqué existió este cambio de preferencia en el gobierno?
La respuesta esta en el bono democrático que las elecciones le
proporcionaron a Peña Nieto. Los espaldarazos de los tribunales y autoridades
electorales a los movimientos alternos de izquierda encabezados por Andrés
Manuel López Obrador, así como el apoyo de los medios de comunicación, lideres
de la opinión pública que se han encargado de promover una “luna de miel” para
la administración en turno. Dicho corolario, permitió en su conjunto allanar el camino presidencial para las diversas Reformas Estructurales. En este sentido, la complacencia seguía
siendo una correcta estrategia, pero débil, ante la posibilidad de marcar distancia con la jefa magisterial; es decir ser moderados (como se vio dentro de la campaña); y una vez consolidado la administración, una conducta indiferente hacia la maestra (quien se mostró en todo este ámbito pasiva), termino por ser dominada por la posibilidad de llevar el juego a actitudes de “alta política”.
Una duda es importante en todo esto ¿por qué la maestra no reaccionó con
anterioridad al cambio de preferencias?. La respuesta como se puede entrever en
las últimas entrevistas a la jefa sindical[3],
es que para Elba Esther Gordillo, la naturaleza del juego era un equilibrio
repetido. Un acuerdo que se traslapaba de sexenio en sexenio para mantener las
fuerzas políticas en control, de acuerdo a su lectura del juego 2 (de
información completa para ambos bandos), aunque era consiente de la separación de lazos con el gobierno, observó que la presencia de una amenaza por parte del
magisterio, mantendría al gobierno en línea con los pasados juegos.
Mas al fallar su prestigio político, la credibilidad de su amenaza se
vio mermada, con lo que la eliminación de su estrategia agresiva, permitía al
gobierno prescindir de su estrategia complaciente (débilmente dominada).
En esto destacada que el juego es totalmente nuevo y finito para el
presidente, aunque en ello puede estribar la debilidad de su juego. Al sindicado
después de Elba, le quedan pocas opciones. Detener la reforma educativa sin su
jefa es virtualmente imposible, si aquello no lo logró dentro de la acción
federal, será más difícil hacerlo dentro del nivel local, cuyas principales
fuerzas están dentro de los gobernadores y legisladores que apoyaron la reforma
dentro de las Cámaras Federales.
La batalla de amenazas,
manifestaciones y paros serán frágiles para distorsionar el virtual equilibrio
de poder trazado en los pinos. Sin embargo; aunque el juego de Gordillo haya
concluido, el juego SNTE-Gobierno, se mantendrá, y un fuerte movimiento
magisterial, aún es un virtual conflicto para el gobierno. Una huelga corta o
larga para emplazar la caída de la Gordillo,
y encontrar autónomamente un nuevo líder (como la democracia lo exige),
consumirá el bono democrático de Peña Nieto. Los indecisos por el conflicto
comenzaran a criticar, y los gobernadores y legisladores elevaran su precio
político, las marchas pueden hallar el eco de los expectantes y los medios
pueden, por el morbo del evento, declinar la imagen del presidente en colateral
efecto.
La astucia del gobierno en este sentido, es digna de estimar, y
probablemente logre controlar las coaliciones a favor de un nuevo líder del
agrado del presidente (un equilibrio repetido desde 1970). La mejor estrategia
para el SNTE, es por ahora, replegarse y engendrar un líder de cambio, una
especie de Gorbachov en la educación, que pueda liderar la transición antes de
que el gobierno imponga a un nuevo líder. Y con ello reconstruir el respeto de
el magisterio con los ciudadanos.
Pero, la educación después de Gordillo, en realidad, poco impacto tendrá
en la formación activa de los estudiantes. La causa principal del fracaso en
educación del país, no estaba en la maestra, sino en la persistencia de la
pobreza, la segregación, la desigualdad, la corrupción pública y privada, los fuertes monopolios, la simulación dentro
de las aulas, el poco dinamismo del estudiantado.
La muerte política de la maestra es sólo la condición necesaria, inicial para
la redistribución de poder en el nuevo gobierno. Pero no es ni remotamente una
condición suficiente para salir del atolladero educativo. La disputa por la
educación no ha terminado de empezar.
[1] Los
pagos que refleja la matriz de interacciones son en correspondencia al
beneficio que obtendría cada jugador de implementar dicha acción. En este
sentido, los pagos son hipotéticos de la teoría de juegos, de unidades
imaginativas, pero en correspondencia con la preferencia de cada ente.
[2] Quizá
en el caso de Ernesto Zedillo, la estrategia pudo haber sido fuertemente
dominada, y no fuertemente dominante. esto debido a la prioridad de su gobierno por recomponer la economía a sus
niveles Macros, y no (como lo dejo ver su gestión), los temas de productividad
relacionados al vinculo educativo. En dicho sentido el equilibrio
SNTE-Gobierno se mantendría en estrategias complacientes, pero no por las mismas fuerzas observadas en las otras administraciones.
[3] Véase: http://www.youtube.com/watch?v=2iLefRpcfEo o http://www.youtube.com/watch?v=Exx6KGwSMkY
[3] Véase: http://www.youtube.com/watch?v=2iLefRpcfEo o http://www.youtube.com/watch?v=Exx6KGwSMkY
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