Los temas de índole
internacional se han vuelto cada vez más importantes en el estudio de la
Economía. Cada vez más se da una mayor relevancia en el quehacer económico a
los fenómenos que afectan al comercio exterior y a las relaciones de
interdependencia entre países, así como a los términos y condiciones que los
atañen. A partir de la década de los 90, Europa ha sufrido una gran
reestructuración de sus sistemas económicos y ha mostrado debilidades en
momentos puntuales cuando el engranaje se atasca.
En el caso particular de
Alemania y su relación con el resto de la Unión Europea, principalmente con la
Zona Euro, han surgido problemas en
cuanto a: 1) los términos de intercambio de este país superavitario con
respecto a su balanza comercial y los países deficitarios en Europa, y 2) sobre
su influencia en la autonomía del Banco Central Europeo y las medidas que
aplica en materia de política monetaria. Ambas situaciones han tenido
participación en la crisis económica actual, aunque no han sido las únicas.
1)
Términos de intercambio y comercio
internacional.
La situación comercial de la
Europa actual se entiende a partir de la instauración de Alemania como el país
líder de la Unión Europea. Según la información de la página web del Banco
Mundial, Alemania tiene un superávit comercial desde 1993. Este superávit se ha
visto magnificado por:
a)
La incursión de más países a la Unión Europea
(aumentando la cantidad de lugares-destino de las exportaciones alemanas).
b)
Y por la consiguiente liberalización del
comercio (reducción de barreras al comercio y abaratamiento de costos).
c)
Así como por la incapacidad del tipo de
cambio real de Alemania para ajustarse y regular el comercio (esto conlleva una
gran dificultad, debido a que desde el 2002, en la Unión Europea existe una moneda
común, la cual es el Euro).
Alemania no tiene la culpa
de los primeros dos aspectos, pero ha recibido duras críticas por el tercero,
ya que la inflación controlada en su territorio no ha encarecido los productos
exportables, manteniendo unos términos de intercambio (tipo de cambio real, que
es la relación de precios de los bienes de un país con respecto a otro) muy
favorables para su economía, pero perjudiciales para los países que importan.
El beneficio económico que
ha experimentado a través de su superávit comercial se refleja en el
empeoramiento de algunos países (como España e Italia; este último país está
entre los primeros 10 socios comerciales de Alemania). Un déficit comercial del
2% durante un año, no es muy significativo, pero un déficit que dura 20 años al
2% anual, genera problemas más serios.
2) Influencia alemana en la política monetaria.
La política monetaria del
Banco Central Europeo ha restringido la reactivación de las economías afectadas
ya que ha impuesto medidas de austeridad a los países que han recibido créditos
para pagar sus deudas. Algunos países como España y Grecia necesitan liquidez
para poner en circulación los recursos de la economía (aunque sea por un periodo
breve), no obstante, esta demanda no ha sido cumplida porque un aumento de la
oferta monetaria en la Zona Euro haría crecer la inflación, tasas de interés y
apreciaría los tipos de cambio, lo cual perjudicaría la situación alemana.
A principios del siglo XXI,
Alemania necesitó que el Banco Central flexibilizara la oferta monetaria para
que el país tuviera liquidez, lo cual sucedió; ahora hay otros países que quieren
ser partícipes de esa flexibilización, pero cualquier iniciativa que la
proponga ha sido rápidamente anestesiada.
El papel de Alemania en la
crisis europea.
Es evidente que Europa se
encentra actualmente en crisis y las causas de la misma comenzaron a finales
del siglo XX. No obstante, a finales de los años 90, hubo una época de
optimismo económico que contenía los efectos negativos de las políticas de
liberalización. Esta crisis no tiene una
sola causa, ni una sola solución. Existen varios factores que han inducido a la
problemática actual como: la emigración ineficiente, fugas de capitales, incertidumbre
para inversionistas y los déficits comerciales prolongados por parte de algunos
países, así como las políticas de austeridad recetadas por el Banco Central
Europeo.
Alemania ha tenido gran parte
de la culpa de la crisis actual debido a que no ha hecho nada para resolver el
problema de la disparidad comercial en cuanto al tipo de cambio real. Los
bienes alemanes deben experimentar una inflación considerable, con el fin de
poder aumentar el nivel de precios y disminuir la demanda de otros países de
bienes alemanes.
La liberalización del
comercio en la Zona Euro ha propiciado beneficios en varios países, pero las
diferencias en cuanto a las condiciones de cada país (tecnología y capacidad productiva,
principalmente), han provocado que los países fuertes se beneficien en
detrimento de los países menos sólidos. La eliminación de aranceles y cuotas a
las importaciones ha provocado el abaratamiento de los bienes de los países
desarrollados, y por tanto, un aumento de beneficios en sus cuentas corrientes.
Del mismo modo, las
políticas del Banco Central Europeo han puesto trabas a la urgente reactivación
de las economías menos desarrolladas, ya que hacerlo puede perjudicar a los
países más influyentes de la Unión Europea. Es entendible la reticencia de
Alemania a los cambios de variables macroeconómicas (al menos en el corto
plazo) que pueda causar la política monetaria, pero no hay que dejar de
observar que la economía alemana depende en gran medida de la situación de
Europa, por lo que este panorama puede ser perjudicial para ella misma.
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